jueves, 25 de abril de 2024

25 de abril: Muere Aquiles Nazoa

Aquiles Nazoa
Un día como hoy del año 1976, a los 55 años de edad, muere en un accidente de tránsito, Aquiles Nazoa, escritor, periodista, poeta y humorista venezolano. 

Había nacido en el barrio El Guarataro, de la ciudad de Caracas, el 17 de mayo de 1920. Proveniente de una familia humilde, a los 12 años empieza a trabajar para ayudar a su familia, completando su formación a través del estudio autodidacta. Entre 1932-1934 se desempeñó en múltiples oficios tales como aprendiz de carpintería, telefonista y botones del hotel Majestic de Caracas y empleado de una bodega, hasta que en 1935 inicia laborea en el diario El Universal, donde trabaja como empaquetador, luego pasa al archivo de clisés y finalmente aprende tipografía y corrección de pruebas. Por este tiempo aprendió a leer el francés y el inglés, lo que le permitió en 1938, obtener un puesto como guía turística en el Museo de Bellas Artes. Durante este período fue enviado como corresponsal de El Universal a Puerto Cabello, donde colabora en el diario El Verbo Democrático. Un artículo suyo en el que critica la indolencia de las autoridades locales en la erradicación de la malaria, le acarrea una demanda del Concejo Municipal de Puerto Cabello y su posterior encarcelamiento en 1940. 

De regreso a Caracas, colabora en la revista Dominguito, fundada en febrero de 1958 y en marzo de 1959, crea junto a su hermano Aníbal la publicación humorística, Una señora en apuros, de la que solo salen unos pocos números. Una situación similar aconteció con El fósforo, aparecido en noviembre de 1960, en el cual su nombre encabezaba la lista de los editores; en definitiva tanto ésta última revista como Dominguito fueron clausuradas por las autoridades a fines de 1960. 

Cuatro años después de su muerte, en su memoria se creó, por proposición de Pedro León Zapata, la cátedra libre de humorismo «Aquiles Nazoa», inaugurada el 11 de marzo de 1980, acercándonos con ello a la memoria de los mejores humoristas de un país donde el humor va unido a lo circunstancial. Nazoa, fue, es y será uno de los autores más representativos de la cultura popular venezolana.

De sus obras, se pueden mencionar: “Caperucita roja criolla” (1955); “Poesía para colorear” (1958); “El burro flautista” (1958); “Los dibujos de Leo” (1959); “Caballo de manteca” (1960); “Los poemas” (1961); “Cuba de Martí a Fidel Castro” (1961); “Mientras el palo va y viene” (1962); “Poesías costumbristas, humorísticas y festivas” (1963); “Pan y circo” (1965); “Los humoristas de Caracas” (1966); “Caracas física y espiritual” (1967); “Historia de la música contada por un oyente” (1968); “Humor y Amor” (1970), uno de los libros más populares de Venezuela; “Retrato hablado de matapalo” (1970); “Venezuela suya” (1971); “Los sin cuenta usos de la electricidad” (1973); “Gusto y regusto de la cocina venezolana” (1973); “Vida privada de las muñecas de trapo” (1975); “Genial e Ingenioso: La obra literaria y gráfica del gran artista caraqueño Leoncio Martínez” (1976), entre otras. No puede dejar de mencionarse el “Credo”, cuyo texto es el siguiente:

Credo de Aquiles Nazoa

Creo en Pablo Picasso todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.

Creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y los ratones, que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo, pero que cada día resucita en el corazón de los hombres.

Creo en el amor y en el arte, como vías hacia el disfrute de la vida perdurable.

Creo en los grillos que pueblan la noche de mágicos cristales.

Creo en el amolador que vive de fabricar estrellas con su rueda maravillosa.

Creo en la cualidad aérea del hombre configurado en el recuerdo de Ysadora Duncan, abatiéndose como una purísima paloma herida, bajo el cielo del mediterráneo.

Creo en la fábula de Orfeo.

Creo en las monedas de chocolate que atesoro bajo la almohada de mi niñez.

Creo en el sortilegio de la música, yo que en las horas de mi angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré, salir liberada y radiante a la dulce Eurídice del infierno de mi alma.

Creo en Rainer Marie Rilke, héroe de la lucha del hombre por la belleza, que sacrificó su vida al acto de cortar una rosa por una mujer.

Creo en las rosas que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia.

Creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar.

Creo en un barco esbelto y distantísimo que salió hace un siglo al encuentro de la aurora; su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles y junto a sus sienes el resplandor de las estrellas.

Creo en el perro de Ulises y en el gato risueño de Alicia en el País de las Maravillas, en el loro de Robinson Crusoe, en los ratoncitos que tiran del carro de la Cenicienta; en Beralfiro el caballo de Rolando y en las abejas que labraron su colmena en el corazón de Martín Tinajero.

Creo en la amistad como el invento más bello del hombre.

Creo en los poderes creadores del pueblo. 

Creo en la poesía.

Y creo en mi mismo, puesto que sé que alguien me ama!

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