Un día como hoy, 15 de junio de 1813, en la ciudad de
Trujillo, estado Trujillo, en el desarrollo de la Campaña Admirable, Simón
Bolívar emitió el Decreto de Guerra a Muerte.
Este decreto significaba que los españoles y canarios que no
participasen activamente en favor de la independencia se les daría la muerte, y
que todos los americanos serían perdonados, incluso si cooperaban con las
autoridades españolas. Su objetivo fue el de comprometer de forma irreversible
a los individuos con la revolución. Fue redactada bajo la justificación de
supuestos crímenes cometidos por Domingo Monteverde y su ejército contra los
republicanos durante la caída de la Primera República. La Guerra a Muerte fue
practicada por ambos bandos.
El texto del decreto es el siguiente:
Simón Bolívar, Brigadier de la Unión, General en Jefe del
Ejército del Norte, Libertador de Venezuela.
A sus conciudadanos Venezolanos:
Un ejército de hermanos, enviado por el Soberano Congreso de
la Nueva Granada, ha venido a libertaros, y ya lo tenéis en medio de vosotros,
después de haber expulsado a los opresores de las Provincias de Mérida y
Trujillo.
Nosotros somos enviados a destruir a los españoles, a
proteger a los americanos y establecer los gobiernos republicanos que formaban
la Confederación de Venezuela. Los Estados que cubren nuestras armas están
regidos nuevamente por sus antiguas constituciones y magistrados, gozando
plenamente de su libertad e independencia; porque nuestra misión sólo se dirige
a romper las cadenas de la servidumbre que agobian todavía a algunos de
nuestros pueblos, sin pretender dar leyes ni ejercer actos de dominio, a que el
derecho de la guerra podría autorizar.
Tocados de vuestros infortunios, no hemos podido ver con
indiferencia las aflicciones que os hacían experimentar los bárbaros españoles,
que os han aniquilado con la rapiña y os han destruido con la muerte; que han
violado los derechos sagrados de las gentes; que han infringido las
capitulaciones y los tratados más solemnes; y en fin han cometido todos los
crímenes, reduciendo la República de Venezuela a la más espantosa desolación.
Así, pues, la justicia exige la vindicta, y la necesidad nos obliga a tomarla.
Que desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo
infestan y han cubierto de sangre; que su escarmiento sea igual a la enormidad
de su perfidia, para lavar de este modo la mancha de nuestra ignominia y
mostrar a las naciones del universo que no se ofende impunemente a los hijos de
América.
A pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos
españoles, nuestro magnánimo corazón se digna, aún, a abrirles por última vez
una vía a la conciliación y a la amistad; todavía se les invita a vivir entre
nosotros pacíficamente, si detestando sus crímenes y convirtiéndose de buena
fe, cooperan con nosotros a la destrucción del gobierno intruso de la España y
al restablecimiento de la República de Venezuela.
Todo español que no conspire contra la tiranía en favor de
la justa causa por los medios más activos y eficaces, será tenido por enemigo y
castigado como traidor a la patria, y por consecuencia será irremisiblemente
pasado por las armas. Por el contrario, se concede un indulto general y
absoluto a los que pasen a nuestro ejército con sus armas o sin ellas; a los
que presten sus auxilios a los buenos ciudadanos que se están esforzando por
sacudir el yugo de la tiranía. Se conservarán en sus empleos y destinos a los
oficiales de guerra y magistrados civiles que proclamen el Gobierno de
Venezuela y se unan a nosotros; en una palabra, los españoles que hagan
señalados servicios al Estado serán reputados y tratados como americanos.
Y vosotros, americanos, que el error o la perfidia os ha
extraviado de la senda de la justicia, sabed que vuestros hermanos os perdonan
y lamentan sinceramente vuestros descarríos, en la íntima persuasión de que
vosotros no podéis ser culpables y que sólo la ceguedad e ignorancia en que os
han tenido hasta el presente los autores de vuestros crímenes, han podido
induciros a ellos. No temáis la espada que viene a vengaros y a cortar los
lazos ignominiosos con que os ligan a su suerte vuestros verdugos. Contad con
una inmunidad absoluta en vuestro honor, vida y propiedades; el solo título de
Americanos será vuestra garantía y salvaguardia. Nuestras armas han venido a
protegeros, y no se emplearán jamás contra uno solo de vuestros hermanos.
Esta amnistía se extiende hasta los mismos traidores que más
recientemente hayan cometido actos de felonía; y será tan religiosamente
cumplida que ninguna razón, causa o pretexto será suficiente para obligarnos a
quebrantar nuestra oferta, por grandes y extraordinarios que sean los motivos
que nos deis para excitar nuestra animadversión.
Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo
indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de la
América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables.
Cuartel General de Trujillo, 15 de junio de 1813. Simón
Bolívar.
La Declaración duró hasta noviembre de 1820, con la firma
entre Pablo Morillo y Simón Bolívar, del Tratado de Armisticio y Regularización
de la Guerra, el 25 y 26 de noviembre de 1820, respectivamente.
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