Batalla de Carabobo Obra de Martin Tovar y Tovar |
Un día como
hoy del año 1821, se produce la Batalla de Carabobo, cuya victoria obtenida por
el ejército patriota, resultó decisiva para la independencia de Venezuela.
Ese día, se desarrolló la batalla entre el ejército realista a cargo del mariscal de
Campo Miguel de la Torre y el republicano, comandado por el entonces general en
jefe Simón Bolívar. Las tropas de El Libertador
fueron divididas en tres: la primera comandada por José Antonio
Páez, integrada por los batallones Bravos de Apure y los Cazadores
Británicos, además de 7 regimientos de caballería. La segunda, estaba a cargo
por el general de división Manuel Cedeño, y constituida por los batallones
Tiradores y Vargas, adicional de un escuadrón de caballería. La tercera y última
estuvo bajo las órdenes del Coronel Ambrosio Plaza (herido de muerte en la batalla), y constituida a su vez por 4
batallones (Rifles, Granaderos, Vencedor de Boyacá y Anzoátegui), para sumar en
total 6 mil 500 hombres en contra de las fuerzas realistas, que eran alrededor
de 4.200 hombres.
La batalla de Carabobo aseguró la independencia de Venezuela, sin embargo
hubo que esperar hasta el 24 de julio de 1823 para rubricarla definitivamente
con la batalla naval del Lago de Maracaibo. El último reducto de los realistas,
el castillo de Puerto Cabello, cayó bajo las armas de José Antonio Páez.
PARTE DE LA BATALLA DE CARABOBO
Al Excelentísimo señor Vicepresidente de Colombia.
Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el
nacimiento político de la República de Colombia.
Reunidas las divisiones del Ejército Libertador en
los campos de Tinaquillo el 23, marchamos ayer por la mañana sobre el Cuartel
General enemigo situado en Carabobo, en el orden siguiente: La primera
división, compuesta del bravo batallón Británico, del Bravo de Apure y 1.500
caballos a las órdenes del señor general Páez. La segunda, compuesta de la
segunda brigada de La Guardia con los
batallones Tiradores, Boyacá y Vargas, y el Escuadrón
Sagrado que manda el
impertérrito coronel Aramendi a las órdenes del señor general Cedeño. La
tercera, compuesta de la primera brigada de La Guardia con los
batallones Rifles, Granaderos, Vencedor de
Boyacá y el
regimiento de caballería del intrépido coronel Rondón, a las órdenes del señor
coronel Plaza.
Nuestra marcha por los montes y desfiladeros que nos
separaban del campo enemigo fue rápida y ordenada. A las 11 de la mañana
desfilamos por nuestra izquierda al frente del ejército enemigo bajo sus
fuegos; atravesamos un riachuelo, que sólo daba frente para un hombre, a
presencia de un ejército que bien colocado en una altura inaccesible y plana,
nos dominaba y nos cruzaba con todos sus fuegos.
El bizarro general Páez a la cabeza de los dos
batallones de su división y del regimiento de caballería del valiente coronel
Muñoz, marchó con tal intrepidez sobre la derecha del enemigo que en media hora
todo él fue envuelto y cortado. Nada hará jamás bastante honor al valor de
estas tropas. El batallón Británico mandado por el
benemérito coronel Farriar pudo aún distinguirse entre tantos valientes y tuvo
una gran pérdida de oficiales.
La conducta del general Páez en la última y en la
más gloriosa victoria de Colombia lo ha hecho acreedor al último rango en la
milicia, y yo, en nombre del Congreso, le he ofrecido en el campo de batalla el
empleo de General en Jefe de ejército.
De la segunda división no entró en acción más que
una parte del batallón de Tiradores La Guardia que manda el
benemérito comandante Heras . Pero su general, desesperado de no poder entrar
en la batalla con toda su división por los obstáculos del terreno, dio solo
contra una masa de infantería y murió en medio de ella del modo heroico que
merecía terminar la noble carrera del bravo de los bravos de Colombia. La
República ha perdido en el general Cedeño un grande apoyo en paz o en guerra;
ninguno más valiente que él, ninguno más obediente al Gobierno. Yo recomiendo
las cenizas de este General al Congreso Soberano para que se le tributen los
honores de un triunfo solemne. Igual dolor sufre la República con la muerte del
intrepidísimo coronel Plaza que, lleno de un entusiasmo sin ejemplo, se
precipitó sobre un batallón enemigo a rendirlo. El coronel Plaza es acreedor a
las lágrimas de Colombia y a que el Congreso le conceda los honores de un
heroísmo eminente.
Disperso el ejército enemigo, el ardor de nuestros
jefes y oficiales en perseguirlo fue tal que tuvimos una gran pérdida en esta
alta clase del ejército. El boletín dará el nombre de estos ilustres.
El ejército español pasaba de seis mil hombres,
compuesto de todo lo mejor de las expediciones pacificadoras. Este ejército ha
dejado de serlo. Cuatrocientos hombres habrán entrado hoy a Puerto Cabello.
El Ejército Libertador tenía igual fuerza que el
enemigo, pero no más que una quinta parte de él ha decidido la batalla. Nuestra
pérdida no es sino dolorosa: apenas 200 muertos y heridos.
El coronel Rangel, que hizo como siempre prodigios,
ha marchado hoy a establecer la línea contra Puerto Cabello.
Acepte el Congreso Soberano en nombre de los bravos
que tengo la honra de mandar, el homenaje de un ejército rendido, el más grande
y más hermoso que ha hecho armas en Colombia en un campo de batalla.
Tengo el honor de ser con la más alta consideración,
de V. E. atento, humilde servidor.
Valencia, 25 de junio de 1821.
Simón Bolívar
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