Juan A. Pérez Bonalde |
Un día como hoy, 4 de octubre del año 1892, a los 46 años de edad, muere en La Guaira, Juan Antonio Pérez
Bonalde, el poeta de Caracas, el poeta de “La vuelta a la patria”.
Nació en Caracas, el 30 de enero de 1846. Parte de su infancia y su
adolescencia, transcurre en Puerto Rico, motivado a que su familia se traslada
allí por la agitada vida política del país de entonces. Allí toma cuerpo su
vocación poética. El estudio de los idiomas y la facilidad que tiene para ellos
le hace dominar en breve tiempo el inglés, el alemán, el francés, el italiano y
el portugués entre las lenguas vivas. El griego y el latín entre las muertas. Dichos
conocimientos le permitieron traducir las obras de Poe, Heine, Shakespeare y
Guerra Junqueiro, D’Abreu y Unhland, Herder y Lenau, Ferreira y Saint – Víctor,
entre otros. En 1868, teniendo 22 años de edad, regresa a Venezuela, e
interviene en actividades y campañas públicas. Estando en Venezuela, muere su
padre. La guerra civil pronto vuelve a encenderse en Venezuela y Guzmán
Blanco hace su entrada triunfal en Caracas el 27 de abril de 1870.
Se va a
Nueva York y consigue trabajo en una empresa importante, que se dedica la venta
de perfumes, de productos medicinales y de tocador. Como agente de esta empresa
viaja por Europa, Asia, África, el Caribe y también por el Brasil. Su trabajo
no le impide leer y escribir lo que hace con gran entusiasmo. Frecuentaba la Biblioteca
Pública donde conocería a su esposa. En reuniones de hispanoamericanos conoce a
José Martí, Nicanor Bolet Peraza, Santiago Pérez Triana y Juan de Dios
Uribe y Jacinto Gutiérrez Coll. La etapa más fecunda de creación se produce a
medida que avanzan sus años de o en Nueva York. Cuando no escribe su
propia poesía, se dedica con verdadero entusiasmo a traducir aquellos poemas de
autores extranjeros, en cuyas obras encuentra como un eco de su sensibilidad y
de sus preferencias líricas. Estando en Nueva York recibe la noticia de la
muerte de su madre lo que lo afecta profundamente a él y a su producción
literaria.
A mediados
de 1876, Pérez Bonalde regresa a Venezuela. Durante la travesía que lo trae a
la patria vuelve a su mente muchos recuerdos. En ese estado de ánimo es cuando
empieza a escribir su imperecedero poema “Vuelta a la Patria” que es un canto
patético y desgarrado por la patria que se vuelve a ver y por la memoria de su
madre muerta. Este segundo regreso a Venezuela es aún más corto que el
primero. En 1879 Pérez Bonalde se casa con la norteamericana Amanda
Schoonmaker, a quien conoció en la Biblioteca Pública de Nueva York. Nace su
única hija Flor y ese mismo año publica su segundo libro de poesía “Ritmos”. A
fines de 1883 casi sorpresivamente muere su hija Flor llevándolo al más
profundo desconsuelo. En el año 1884 viaja a Madrid para recibirse como Miembro
Correspondiente en América de la Academia Española. Pérez Bonalde no deja de
crear, termina y revisa una de sus obras fundamentales “El Cancionero” de Heine,
cuya primera edición fue publicada a fines de 1885.
En el año 1887 se enfermo y debió ser recluido en un sanatorio. En este
sitio pasara un año. Al salir de él desea regresar a Venezuela y es a comienzos
de 1890 cuando lo hace. Meses después de su llegada, el Presidente Andueza
Palacios desea distinguirlo con un cargo diplomático, pero su salud no se lo
permite. Sus médicos le aconsejan instalarse en el litoral guaireño y allí,
vive en casa de una sobrina. Víctima de una parálisis total, a los 46 años
de edad, muere el 4 de octubre de 1892. Fue enterrado en el cementerio de
Macuto. Once años más tarde, los restos de Pérez Bonalde son trasladados al
Cementerio General de Sur, en Caracas. En 1946, al cumplirse el centenario de
su fecha de nacimiento, le fueron acordados a Pérez Bonalde los honores del
Panteón Nacional, siendo trasladados sus restos allí.
Un extracto de su extraordinaria obra "La vuelta a la patria":
¡Caracas, allí está; sus techos rojos,
su blanca torre, sus azules lomas,
y sus bandas de tímidas palomas
hacen nublar de lágrimas mis ojos!
Caracas, alli está; vedla tendida
a las faldas del Avila empinado,
Odalisca rendida
a los pies del Sultán enamorado.
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