sábado, 28 de octubre de 2023

28 de octubre: Nace Simón Rodríguez

Simón Rodríguez
Un día como hoy, 28 de octubre del año 1769, nace en Caracas, Simón Rodríguez, educador, escritor y filósofo venezolano.

De padres desconocidos, lo que sería una marca adversa para su existencia. Considerado como uno de los intelectuales americanos más importantes de su tiempo, destacando por su profundo conocimiento de la sociedad hispanoamericana, el cual posteriormente trasmitiría a Simón Bolívar al desempeñarse como su maestro y mentor.

En mayo de 1791, el Cabildo de Caracas lo admite para ejercer el cargo de maestro en la escuela de primeras letras para niños, lugar al que llegará al año siguiente Bolívar para iniciar su educación. Tiempo más tarde, Simón Rodríguez, se encargaría definitivamente de la formación del joven Simón Bolívar, quien llegó a decir que era un maestro que enseñaba divirtiendo. Su manera de enseñar, distinta a todo lo tradicional, era en el campo, frente a la naturaleza, lo cual servía para el espíritu, para la fortaleza del cuerpo y para el conocimiento de las cosas que nos rodean.

Por ese tiempo, Simón Rodríguez fue ganado a la causa independentista debido a la lectura de los pensadores de la época, por lo que en 1797 se vincula al proyecto de emancipación inspirado por el pedagogo mallorquín Juan Bautista Picornell en asociación con los venezolanos Manuel Gual y José María España. Luego del descubrimiento y fracaso de esta primera tentativa revolucionaria, Simón Rodríguez fue expulsado de Venezuela, no regresando jamás. Se trasladó a Kingston (Jamaica) donde residirá por algún tiempo y en donde cambió su nombre, por el de Samuel Robinson. Posteriormente, viaja a Estados Unidos donde vive hasta fines de 1800, y en abril de 1801 se va a Europa, particularmente a Francia. En 1804, se encuentra con Simón Bolívar en París, convirtiéndose a partir de este momento en una figura decisiva en el rumbo que tomará la vida del futuro Libertador de América. Juntos parten en abril de 1805 a un viaje que los llevará a Lyon y Chambery para luego atravesar los Alpes y entrar a Italia. En Milán presencian la coronación de Napoleón Bonaparte como rey de Italia.

Juramento en el
Monte Sacro
La gira culmina en Roma, donde el 15 de agosto de ese año 1805 en el Monte Sacro, Simón Bolívar, ante Simón Rodríguez, jura dedicarse por completo a la causa de independencia de Hispanoamérica, cuando declaró: "Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor, y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español". Luego de una breve visita a Nápoles retornan a París hacia fines de 1805, separándose tiempo después.

Ya para 1806, Simón Rodríguez inicia un largo peregrinar por Europa, viviendo en Italia, Alemania, Prusia, Polonia y Rusia, y que culmina en 1823 cuando llega a Londres donde se encuentra con Andrés Bello, emprendiendo ese mismo año el retorno a América. Al continente americano ingresa por Cartagena de Indias, retomando además su nombre Simón Rodríguez. El Libertador al enterarse de su regreso, le escribe el 19 de enero de 1824 desde Perú, una de las más conmovedoras epístolas de toda su vida: "Ud. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. me señaló [...] No puede Ud. figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que Ud. me ha dado, no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Ud. me ha regalado". 

Con la ayuda de Francisco Paula Santander, ordenado por Simón Bolívar, Rodríguez marcha a unirse con él, emprendiendo por Cartagena el viaje a Perú a través de Panamá y Guayaquil. En 1825 Simón Bolívar lo recibe en Lima y lo incorpora de inmediato a su grupo de colaboradores directos. En noviembre de este mismo año, Bolívar lo nombra "Director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas, Matemáticas y de Artes y Director general de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana". El 7 de enero de 1826 Bolívar regresa a Lima y Rodríguez permanece en Bolivia, siendo esa, la última vez que se verían.

Ese mismo año 1826, Simón Rodríguez renuncia a sus cargos en Bolivia, por no congeniar con el Mariscal Antonio José de Sucre, Presidente para ese entonces de dicha nación. Se marcha a Arequipa donde publica en 1828, la obra Sociedades Americanas en 1828, texto en el que igual que otros escritos suyos, insiste en la necesidad de buscar soluciones propias para los problemas de Hispanoamérica, idea que sintetiza su frase: "La América Española es Orijinal = Orijinales han de ser sus instituciones i su gobierno = I Orijinales sus medios de fundar uno i otro. O Inventamos o Erramos". De ahí en adelante, transitaría sobre una ruta angustiada de dos décadas, sin dinero pero lograría editar parte de sus trabajos, en el Perú, el Ecuador, La Nueva Granada y chile. Colaboró en los periódicos. Tuvo pocos amigos y muchos enemigos.

Busto de Simón Rodríguez
En los años finales de su vida Rodríguez va a Guayaquil, donde se perderá buena parte de su obra en un incendio ocurrido en dicha ciudad. En 1853 emprende de nuevo viaje al Perú, lo acompañan su hijo José y Camilo Gómez, compañero de este. Sería Camilo Gómez quien lo asistirá en el momento de su muerte, ocurrida en el pueblecito de Amotape. El 28 de febrero de 1854, a los 84 años de edad, en la aldea peruana de Amotape, muere Simón Rodríguez. Setenta años después de su deceso, sus restos fueron trasladados al Panteón de los Próceres en Lima, y desde allí, al siglo justo de su fallecimiento, fueron devueltos a su Caracas natal, donde reposan en el Panteón Nacional desde el 28 de febrero de 1954.

Algunas sentencias del ideario de Simón Rodríguez:

«El hombre no es ignorante porque es pobre, sino lo contrario»

«Instruir no es educar; ni la instrucción puede ser un equivalente de la educación, aunque instruyendo se eduque»

«Lo que no se hace sentir no se entiende, y lo que no se entiende no interesa. Llamar, captar y fijar la atención, son las tres partes del arte de enseñar. Y no todos los maestros sobresalen en las tres»

«El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender; no al que manda aprender o indica lo que se ha de aprender, ni al que aconseja que se aprenda. El maestro que sabe dar las primeras instrucciones, sigue enseñado virtualmente todo lo que se aprende después, porque enseñó a aprender»

«No hay oveja que busque al pastor, ni muchacho que busque a maestro»

«Enseñen a los niños a ser preguntones, para que, pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer; se acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos»

«Sólo la educación impone obligaciones a la voluntad. Estas obligaciones son las que llamamos hábitos.»

«Enseñen, y tendrán quien sepa; eduquen, y tendrán quien haga.»

«Toca a los maestros hacer conocer a los niños el valor del trabajo, para que sepan apreciar el valor de las cosas.»

«Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.»

«Enseñar es hacer comprender; es emplear el entendimiento; no hacer trabajar la memoria»

«El maestro de niños debe ser sabio, ilustrado, filósofo y comunicativo, porque su oficio es formar hombres para la sociedad»

«Nadie hace bien lo que no sabe; por consiguiente nunca se hará República con gente ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte.»

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