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Simón Rodríguez |
Un día como hoy, 28 de octubre del año 1769, nace en Caracas, Simón Rodríguez, educador, escritor
y filósofo venezolano.
De padres desconocidos, lo que sería
una marca adversa para su existencia. Considerado como uno de los intelectuales
americanos más importantes de su tiempo, destacando por su profundo
conocimiento de la sociedad hispanoamericana, el cual posteriormente trasmitiría
a Simón Bolívar al desempeñarse como su maestro y mentor.
En
mayo de 1791, el Cabildo de Caracas lo admite para ejercer el cargo de maestro
en la escuela de primeras letras para niños, lugar al que llegará al año
siguiente Bolívar para iniciar su educación. Tiempo más tarde, Simón Rodríguez,
se encargaría definitivamente de la formación del joven Simón Bolívar, quien llegó a
decir que era un maestro que enseñaba divirtiendo. Su manera de enseñar, distinta
a todo lo tradicional, era en el campo, frente a la naturaleza, lo cual servía
para el espíritu, para la fortaleza del cuerpo y para el conocimiento de las
cosas que nos rodean.
Por
ese tiempo, Simón Rodríguez fue ganado a la causa independentista debido a la
lectura de los pensadores de la época, por lo que en 1797 se vincula al
proyecto de emancipación inspirado por el pedagogo mallorquín Juan Bautista
Picornell en asociación con los venezolanos Manuel Gual y José María España.
Luego del descubrimiento y fracaso de esta primera tentativa revolucionaria, Simón
Rodríguez fue expulsado de Venezuela, no regresando jamás. Se trasladó a
Kingston (Jamaica) donde residirá por algún tiempo y en donde cambió su nombre,
por el de Samuel Robinson. Posteriormente, viaja a Estados Unidos donde vive
hasta fines de 1800, y en abril de 1801 se va a Europa, particularmente a
Francia. En 1804, se encuentra con Simón Bolívar en París, convirtiéndose a
partir de este momento en una figura decisiva en el rumbo que tomará la vida
del futuro Libertador de América. Juntos parten en abril de 1805 a un viaje que
los llevará a Lyon y Chambery para luego atravesar los Alpes y entrar a Italia.
En Milán presencian la coronación de Napoleón Bonaparte como rey de Italia.
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Juramento en el
Monte Sacro |
La
gira culmina en Roma, donde el 15 de agosto de ese año 1805 en el Monte Sacro, Simón
Bolívar, ante Simón Rodríguez, jura dedicarse por completo a la causa de
independencia de Hispanoamérica, cuando declaró: "Juro delante de usted,
juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor, y juro por
mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya
roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español". Luego de
una breve visita a Nápoles retornan a París hacia fines de 1805,
separándose tiempo después.
Ya
para 1806, Simón Rodríguez inicia un largo peregrinar por Europa, viviendo en
Italia, Alemania, Prusia, Polonia y Rusia, y que culmina en 1823 cuando llega a
Londres donde se encuentra con Andrés Bello, emprendiendo ese mismo año el
retorno a América. Al continente americano ingresa por Cartagena de Indias,
retomando además su nombre Simón Rodríguez. El Libertador al enterarse de su
regreso, le escribe el 19 de enero de 1824 desde Perú, una de las más
conmovedoras epístolas de toda su vida: "Ud. formó mi corazón para la
libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el
sendero que Ud. me señaló [...] No puede Ud. figurarse cuán hondamente se han
grabado en mi corazón las lecciones que Ud. me ha dado, no he podido jamás
borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Ud. me ha
regalado".
Con
la ayuda de Francisco Paula Santander, ordenado por Simón Bolívar, Rodríguez
marcha a unirse con él, emprendiendo por Cartagena el viaje a Perú a través de
Panamá y Guayaquil. En 1825 Simón Bolívar lo recibe en Lima y lo incorpora de
inmediato a su grupo de colaboradores directos. En noviembre de este mismo año,
Bolívar lo nombra "Director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas,
Matemáticas y de Artes y Director general de Minas, Agricultura y Caminos
Públicos de la República Boliviana". El 7 de enero de 1826 Bolívar regresa
a Lima y Rodríguez permanece en Bolivia, siendo esa, la última vez que se verían.
Ese
mismo año 1826, Simón Rodríguez renuncia a sus cargos en Bolivia, por no
congeniar con el Mariscal Antonio José de Sucre, Presidente para ese entonces
de dicha nación. Se marcha a Arequipa donde publica en 1828, la obra Sociedades
Americanas en 1828, texto en el que igual que otros escritos suyos, insiste en
la necesidad de buscar soluciones propias para los problemas de Hispanoamérica,
idea que sintetiza su frase: "La América Española es Orijinal = Orijinales
han de ser sus instituciones i su gobierno = I Orijinales sus medios de fundar
uno i otro. O Inventamos o Erramos". De ahí
en adelante, transitaría sobre una ruta angustiada de dos décadas, sin dinero pero
lograría editar parte de sus trabajos, en el Perú, el Ecuador, La Nueva Granada
y chile. Colaboró en los periódicos. Tuvo pocos amigos y muchos enemigos.
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Busto de Simón Rodríguez |
En
los años finales de su vida Rodríguez va a Guayaquil, donde se perderá buena
parte de su obra en un incendio ocurrido en dicha ciudad. En 1853 emprende de
nuevo viaje al Perú, lo acompañan su hijo José y Camilo Gómez, compañero de
este. Sería Camilo Gómez quien lo asistirá en el momento de su muerte, ocurrida
en el pueblecito de Amotape. El 28 de febrero de 1854, a los 84 años de edad, en la aldea peruana de Amotape, muere Simón Rodríguez. Setenta años después de su deceso, sus restos
fueron trasladados al Panteón de los Próceres en Lima, y desde allí, al siglo
justo de su fallecimiento, fueron devueltos a su Caracas natal, donde reposan
en el Panteón Nacional desde el 28 de febrero de 1954.
Algunas sentencias del ideario de
Simón Rodríguez:
«El hombre no es ignorante porque
es pobre, sino lo contrario»
«Instruir no es educar; ni la
instrucción puede ser un equivalente de la educación, aunque instruyendo se
eduque»
«Lo que no se hace sentir no se entiende, y lo que
no se entiende no interesa. Llamar, captar y fijar la atención, son las tres
partes del arte de enseñar. Y no todos los maestros sobresalen en las tres»
«El título de maestro no debe
darse sino al que sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender; no al que
manda aprender o indica lo que se ha de aprender, ni al que aconseja que se
aprenda. El maestro que sabe dar las primeras instrucciones, sigue enseñado
virtualmente todo lo que se aprende después, porque enseñó a aprender»
«No hay oveja que busque al
pastor, ni muchacho que busque a maestro»
«Enseñen a los niños a ser
preguntones, para que, pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer; se
acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad como los limitados, ni a
la costumbre como los estúpidos»
«Sólo la educación impone
obligaciones a la voluntad. Estas obligaciones son las que llamamos hábitos.»
«Enseñen, y tendrán quien
sepa; eduquen, y tendrán quien haga.»
«Toca a los maestros hacer
conocer a los niños el valor del trabajo, para que sepan apreciar el valor de
las cosas.»
«Al que no sabe, cualquiera lo
engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.»
«Enseñar es hacer comprender; es
emplear el entendimiento; no hacer trabajar la memoria»
«El maestro de niños debe ser
sabio, ilustrado, filósofo y comunicativo, porque su oficio es formar hombres
para la sociedad»
«Nadie hace bien lo que no sabe;
por consiguiente nunca se hará República con gente ignorante, sea cual fuere el
plan que se adopte.»