sábado, 20 de enero de 2024

20 de enero: Congreso Admirable

Simón Bolívar
Un día como hoy en el año 1830, se instala en Bogotá el último Congreso de la Gran Colombia, que se llamó Congreso Admirable

El referido congreso, bajo la presidencia de Antonio José de Sucre, fue convocado por Simón Bolívar semanas antes, para intentar conciliar las facciones que se habían creado en la República, y evitar a toda costa la disolución de la Gran Colombia. El congreso se reunió entre el 20 de enero y el 11 de mayo de 1830. El total de los diputados electos era 67, y se necesitaban 45 que formaban las dos terceras partes. Sólo se presentaron 48. Por Venezuela fueron elegidos 18 congresantes, pero faltaron 10. Entre los asistentes figuraron Briceño Méndez, José Laurencio Silva, y Antonio José de Sucre. 

Ante este Congreso bogotano, Simón Bolívar renunció definitivamente a la primera magistratura de Colombia, eligiéndose el nuevo Presidente en la persona de Joaquín Mosquera, y con Domingo Caicedo como Vicepresidente. 

El mismo día de la instalación del Congreso se dio lectura al mensaje del Libertador. Al comenzar y referirse a la grave situación reinante, dice: "Todos pueden y están obligados a someter sus opiniones, sus temores y deseos a los que hemos constituido para curar a la sociedad enferma de turbación y flaquezas. Solo yo estoy privado de ejercer esta función cívica, porque habiendo convocado y señalado vuestras atribuciones, no me es permitido influir de modo alguno en vuestros consejos…". 

Reafirmando la necesidad de su separación dice: "Libradme, os ruego, del baldón que me espera si continuo ocupando un destino que nunca podrá alejar de sí el vituperio de la ambición. Cread: un nuevo magistrado es ya indispensable para la República. El pueblo quiere saber si dejaré alguna vez de mandarlo. Los estados americanos me consideran con cierta inquietud, que puede traer a Colombia males semejantes a los de la guerra del Perú. En Europa mismo no falta quienes teman que yo desacredite con mi conducta la hermosa causa de la libertad". 

Más adelante acota: "El magistrado que escojáis será sin duda un iris de concordia doméstica, un lazo de fraternidad, un consuelo para los partidos abatidos. Todos los colombianos se acercarán alrededor de este mortal afortunado: él los estrechará en los brazos de la amistad, formará de ellos una familia de ciudadanos… La República será feliz, si al admitir mi renuncia nombráis de Presidente a un ciudadano querido de la Nación: ella sucumbirá si os obstinaseis en que yo lo mandara. Oíd mis súplicas: salvad la República, salvad mi gloria que es de Colombia". 

Bolívar, recomienda al Congreso "la protección a la religión de Jesucristo, y la califica con justicia como fuente profusa de las bendiciones del cielo"; después de una ligera mención de la hacienda nacional, de la deuda pública y del ejército, concluye así su mensaje: "Conciudadanos ¡Me ruborizo al decirlo: la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás. Pero ella nos abre la puerta para reconquistarlos bajo vuestros soberanos auspicios, con todo el esplendor de la gloria y la libertad". El Libertador en vista del recrudecimiento de las intrigas, los odios y las incomprensiones que atentaban contra el orden de la República, pide al Congreso autorización para solicitar del General Páez una entrevista y tratar sobre estos graves problemas, pero el Congreso le contesta que éste debía ceñirse a ejercer las atribuciones que le marcaban el Decreto de su convocatoria. Nombró una comisión para analizar el asunto y al ser votada por la plenaria, ésta la rechazó. Sin embargo, el Congreso nombró una comisión integrada por el Mariscal Sucre, el Obispo de Santa Marta, Dr. José María Esteves y el Sr. Juan García del Río, para que viajara a Venezuela y presentara las bases que el Congreso adoptará para la nueva Constitución. La Comisión no pudo cumplir su cometido por la intransigencia del Gobierno Venezolano, que negó a los comisionados a pasar la frontera de Venezuela, y se devolvieron de La Grita, a pesar de la firme insistencia del General Sucre, que invocaba la paz, la conveniencia del diálogo y la discusión serena, advirtiendo que actuaba en nombre del Congreso de Colombia y no de su gobierno. 

El Congreso no pudo evitar las acciones que derrumbarían el sueño más preciado del Libertador: La Gran Colombia.

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