Fanny Du Villars y Simón Bolívar |
Un día como hoy del año 1830, Simón
Bolívar en su lecho de enfermo, en Santa Marta, Colombia, le escribió una carta
a Fanny Du Villars (su “prima” Fanny). Cuenta la historia que Fanny Du
Villars llegó a ser espía en nombre de la independencia que defendía el
Libertador y fue una de las personas que llegó a llamar a Bolívar como “el George
Washington de Sud América”. La correspondencia refleja una relación fascinante,
llena de amor y admiración, fue escrita con puño y letra del Libertador, y su texto es:
“Querida prima: ¿Te extraña que piense en
ti al borde del sepulcro? Ha llegado la última aurora: tengo al frente el mar
Caribe, azul y plata, agitado como mi alma, por grandes tempestades; a mi
espalda se alza el macizo gigantesco de la sierra con sus viejos picos
coronados de nieve impoluta como nuestros ensueños de 1805; por sobre mí, el
cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más
grandioso derroche de luz...
Tú estás conmigo,
porque todos me abandonan; conmigo en los postreros latidos de la vida, en las
últimas fulguraciones de la conciencia. ¡Adiós Fanny!
Esta carta llena de
signos vacilantes, la escribe la misma mano que estrechó la tuya en las horas
del amor, de la esperanza, de la fe; esta es la letra escritora del decreto de
Trujillo y del mensaje al Consejo de Angostura. No la reconoces, ¿verdad? Yo
tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la
realidad de este supremo instante. Si yo hubiera muerto sobre un campo de
batalla, dando frente al enemigo, te daría mi gloria, la gloria que entreví a
tu lado, a los campos de un sol de primavera.
Muero despreciable,
proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores; víctima de intenso
dolor, presa de infinitas amarguras. Te dejo mis recuerdos, mis tristezas y las
lágrimas que no llegaron a verter mis ojos. ¿No es digna de tu grandeza tal
ofrenda? Estuviste en mi alma en el peligro; conmigo presidiste los consejos de
gobierno; tuyos fueron mis triunfos y tuyos mis reveses; tuyos son también mi
último pensamiento y mi pena postrimera. En las noches galantes del Magdalena
vi desfilar mil veces la góndola de Byron por los canales de Venecia, ¡en ella
iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú: porque tú has
flotado en mi alma mostrada por níveas castidades!
A la hora de los
grandes desengaños, a la hora de las íntimas congojas, apareces ante mis ojos
moribundos con los hechizos de la juventud y de la fortuna; me miras, y en tus
pupilas arde el fuego de los volcanes; me hablas, y en tu voz oigo las dianas
inmortales de Junín.
Adiós, Fanny,
todo ha terminado. Juventud, ilusiones, risas y alegrías se hunden en la nada,
sólo quedas tú como ilusión serafina señoreando el infinito, dominando la
eternidad.
Me tocó la
misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre
el abismo y tornar a perderse en el vacío."
Santa Marta, 6
de diciembre de 1830.
Simón Bolívar
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