Batalla de Ayacucho |
Allí,
en el campo inmortal de Ayacucho, Antonio
José de Sucre, se enfrenta y vence al virrey José de la Serna. Antes del inicio de
la batalla, el general Sucre arengó a sus tropas: "¡Soldados!, de los
esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a
coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva
Bolívar, Salvador del Perú!".
También,
poco antes, Bolívar le había escrito: «Expóngase usted, general, a todas las
contingencias de una batalla antes que a los peligros de una retirada». Se
llego a escribir también que la
Batalla de Ayacucho «no es solamente una épica acción de armas
en cuanto a técnica y pericia militar. Es más: la creación de un gran artista,
de un supremo artífice que ha vivido soñando con su obra maestra y finalmente
la ve realizada con todos los contornos de la obra perfecta. En Ayacucho nada
faltó para dar majestad y carácter a la suprema concepción de Sucre».
Con
Ayacucho se dio libertad al Perú y también al Alto Perú, que después se llamó
Bolivia. Asistieron a Sucre oficiales de la talla de Jacinto Lara, La Mar, Córdova, Miller, José
Laurencio Silva. Sucre ofreció a los vencidos una capitulación tan gloriosa
como la misma batalla, por estimar que «es digno de la generosidad americana conceder algunos honores a soldados
que han permanecido y vencido catorce años en el Perú.»
La jornada de
Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, terminó en el Sur la guerra de
independencia que comenzó en el Norte con la batalla de Lexington el 19 de
abril de 1775. El continente americano, de polo á polo, iba á ser libre. Posterior a la batalla, el Congreso de Colombia
hizo a Sucre General en Jefe, y el Congreso del Perú le dio el grado de Gran
Mariscal de Ayacucho.
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